Misericordina es una medicina espiritual, que hace llegar la misericordia del alma.
Se recomienda para la tranquilidad del corazón, la alegría y el deseo de hacer el bien.
La eficacia del medicamento está garantizada en las palabras pronunciadas por Jesús. Según el Pontífice Francisco I sus efectos son inmediatos: "Hace bien al corazón, al alma y a toda la vida".
Misericordina es una medicina espiritual para que el alma alcance la misericordia.
Las personas que la toman alcanzan la paz mental, la alegría interior, y el deseo de hacer el bien.
"Es una medicina espiritual llamada 'Misericordina'", explicó el Papa Francisco.
59 gránulos para el corazón.
50% Corona Divinae Misericordiae
50% Imago Iesu Misericordis.
El tiempo de aplicación es de sólo 7 minutos (0,49% del día)
Dentro de la caja se encuentra la hoja con las instrucciones de uso.
La Corona Diviniae Misericordiae es una oración de devoción a Dios y de petición de misericordia Divina. La Corona de la Divina Misericordia es una oración repetitiva, más breve que el Rosario, que se suele rezar a las tres de la tarde, hora de la muerte de Jesús: "Por tu dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero", alternada en ciertos momentos con el trisagio griego: "Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros".
Es una medicina para las personas que tienen dificultades, que combaten contra el pecado, contra las tentaciones, es para los que tienen problemas en perdonar, y también para aquellos que quieren dar gracias y alabar a Dios, Su Misericordia.
Este “medicamento” no tiene fecha de caducidad, ni contraindicaciones, incluso las embarazadas pueden administrárselo sin ningún problema. En caso de duda, hay que consultar un sacerdote, o una monja, o un catequista.
Los seminaristas de Gdansk (Polonia), son los promotores de esta medicina, por medio de la cual hacen llegar la devoción y el mensaje sobre la Divina Misericordia. La devoción a la corona fue difundida por Santa Faustina Kowalska, quien tuvo una visión de Jesús. En el famoso cuadro de su visión, se representa a Jesús con el corazón traspasado, del que emanan rayos de luz blanca (el agua, el bautismo, el Espíritu Santo) y roja (la sangre, la Eucaristía).
