La RTCL adquirió 174 casas de una sola habitación, con paredes de adobe y techos de madera y turba, las cuales se encontraban en muy mal estado. Rápidamente, la compañía se puso manos a la obra y lanzó un plan de construcciones que no solo restauró las casas en mal estado, sino que se levantaron más casas llegando a ser unas 800 en solo 6 años. Estas se encontraban la mayoría en el Alto de la Mesa y años más tarde, se fueron levantando casas de dos habitaciones, salvo la de los obreros mejores pagados, que tenían 1 o 2 habitaciones más.
Al igual que en el Alto de la Mesa, se erigían nuevas viviendas en los barrios de la Dehesa, Naya, Atalaya, Marín y el Valle. Su disposición urbanística sería en forma de hileras, formando calles paralelas, en donde los patios traseros se comunicaban unos con otros y hasta 1920 no contaban ni con suministro de agua corriente ni con alcantarillado.
Estas casas de dos habitaciones, tenían 40m2 cada una y contaba con un comedor, una cocina, dos dormitorios y un corral trasero con baño. Fueron construidas con muros de piedra de pórfido del lugar, forjados de madera, añadiendo un pequeño desván bajo el tejado. Si se juntaban dos de estas casas, formaban una vivienda de familia numerosa o de empleados distinguidos.
