William Mark (1782-1839) fue comerciante textil, marinero, contador de navío, etc. hasta que en 1824 fue nombrado cónsul británico en Málaga. Desde el primer momento, y dado que una de sus funciones era oficiar los funerales de la colonia británica, se preocupó por resolver la situación de estos difuntos. Hasta ese momento los fallecidos no católicos eran enterrados en cualquier lugar discreto, preferentemente en la playa. Tras varios años de peticiones, Mr. Mark consigue que se le ceda un espacio para crear el primer cementerio anglicano de España. Una parcela que él se preocupará de adecuar convenientemente y embellecer. Su trabajo en este sentido fue continuado por su hijo William Penrose Mark. El terreno fue consagrado en 1846, por el obispo Tomlinson, primer obispo anglicano de Gibraltar.

El mausoleo de la familia Mark ocupa un lugar de honor en el cementerio. Se trata de un espacio cuadrado, delimitado por cadenas férreas sostenidas en las esquinas por grupos de tres delfines entrelazados con las colas hacia arriba, en el centro se halla un fuste coronado por un vaso velado.